Dicen que sólo hay una primera vez: el primer beso, la primera vez que te enamoras, la primera vez que te sacan el corazón del pecho y lo tiran a la basura… Y es que en la Facultad me enseñaron a demostrar que el 1 es único, sólo hay un uno (también el cero es único, si cualquiera es único y el que le sigue también lo es, por inducción, todos los números naturales son únicos).
Sin embargo, yo tuve 2 primeras veces, conocí por primera vez a mi Dama Obscura (Señorita EM, maldita seas mi amor!!) 2 veces.
La primera primera vez, pues así como todas las primeras veces, fue inocente, sorpresiva e inesperada.
Tendría 14 años, la vida llena de sueños (esperanzas, porque sueños nunca he tenido), la vida llena de energía, de ganas de correr y saltar por todos lados, de enamorarse de quien sea… (bueno no de quien sea, de quien sea que esté bien, bien bonita, encabronadamente bonita, que la sueñes despierto y no puedas dormir). En fin, fuimos de vacaciones a un club vacacional del que era socio un primo mío, el Bugs (estaba dientón como Bugs Bunny y pronúnciece bUgs con «u» no «bogs» con «o»), y ahí, bajo el infernal calor del Sol me la pasaba jugando solo sólo básquet, hasta que por la tarde un día me di cuenta que con ojo veía un poco más oscuro que con el otro, por más que comparaba y comparaba tapándome uno y otro con la mano, seguía viendo más obscuro con uno (no me acuerdo cuál), le dije a mi papá, que no atinó a dar ni una explicación ni una solución, pero a esa edad las preocupaciones duran poco. Esta primera vez mi cuerpo conoció sus síntomas pero no habíamos sido formalmente presentados, y ni idea tuve de qué era eso que me había pasado: Te conocí sin conocerte, pero ya volverías a adueñarte de mi vida querida, sí o no esto debió haber sido amor, como la canción de Roxette.
Ahora que sé que padezco EM, identifico a este episodio como el primero que es claramente atribuible a la EM: inflamación del nervio óptico. Con lo que haciendo cuentas, resulta que tengo casi 30 años de conocer a Señorita Esclerosis Múltiple, ¡Sopas loro!.
La Segunda primera vez.
3 años después del incidente anterior, otra vez estaba jugando básquet, ahora en el patio de atrás de la casa de mi papá, cuando para realizar un tiro, al levantar el brazo derecho se tapó mi ojo derecho, y me di cuenta que no veía nada con él (¡No manches!). Quién sabe cuánto tiempo llevaba tuerto haciendo la vida sólo con el ojo izquierdo (para darle la razón a mi papá Borges que no se quejaba de su ceguera porque había sucedido tan lentamente, que ni cuenta se dió), y ahí sí me preocupé y le dije a mi papá (papá de verdad, el que su nombre figura en mi acta de nacimiento), que era un Papá Soltero, hasta se creía César Costa, creo; y me llevó a un oculista (era domingo y era de lo poco que estaba abierto en Texcoco) quien no atinó a dar ni una explicación ni una solución (creo le vendió unas gotitas a mi papá), y le dio su pronóstico: muy probablemente no vuelva a ver con ese ojo. Saliendo de ahí, mis hermanas (a.k.a. las Dulcinas) le preguntaron a mi papá, ¿se quedará ciego mi hermano?, y él contestó: no, se va a quedar tuerto, su caústico sentido del humor, que ahora en su vejez se ha vuelto una terrible amargura (Que las supercuerdas me perdonen la herejía). Aquí sí me preocupé un poco.
Después de esto, de varios meses de ceguera de 1 ojo, mi mamá me llevó al Issste de Zaragoza, así sin cita ni nada (ella era todavía joven y bonita) y cuando abrieron la puerta del consultorio de Oftalmología se metió, al salir me dijo: sí te van a atender (prefiero no pensar qué pasó en ese consultorio). A los pocos minutos me llamaron, el Dr. me examinó y dijo: tiene el nervio óptico inflamado, lo mejor será que lo vea un neurólogo puede ser algo serio, un tumor o Esclerosis Múltiple, llévenlo al INNN (¿es-cle-qué? pensé).
Me esperaban terribles noticias, no lo sabía; pero también la vida me tenía reservadas hermosas sorpresas, tampoco la sabía.
No inmediatamente, pero me llevaron (para cuando llegamos al INNN, no tenía nada y veía perfectamente), y empezó el periplo de pruebas y más pruebas: sangre, punción lumbar, potenciales visuales evocados, Resonancia Magnética Nuclear… y muchos otros que no recuerdo, hasta eso no duelen, ni la punción lumbar, no sean chillones (ese día regresando me salí a jugar básquet, qué descansa ni qué descansa: ya habrá tiempo para eso, pensé). Y estuve acudiendo muchos años al INNN a mi cita de control anual, en la parte de diagnóstico mi carnet decía: Prob. EM (así, literal). Es decir, probable esclerosis múltiple, aventuré. Después dejé de ir, me sentía perfecto, veía bien, qué flojera ir hasta el fin del mundo a que me digan: estás bien.
Hasta que un día volví a ver mal, esta vez del ojo izquierdo. Nos fuimos a urgencias y conocí a Doña Metil-prednisolona, cortisona (los tales «Bolos»), y empezó la procesión de exámenes médicos, incluida la Resonancia Magnética Nuclear (uórales), con esta prueba se podría tener ahora sí un diagnostico oficial, regresen en 1 mes, dijo el médico. Y regresamos, el médico puso los resultados en esas pantallas donde ponen las radiografías (ahora ya son de computadora), eran imágenes del interior de mi cerebro, nos señalaba unas como manchitas blancas, eran varias, muchas (parecía arroz con leche) dijo: éstas son lesiones, zonas desmielinizadas (placas de neuronas muertas), lamento informar que tienes Es-cle-ro-sis Múl-ti-ple (él no lo dijo en cámara lenta, lo escribí así por razones cinematográficas).
De salida del Hospital, en un día frío y nublado (hasta pensaría preparado para una noticia así) abordo del coche en la radio se escuchaba It Ain’t over til it’s over (esto no se acaba hasta que se acaba), qué irónico, no?. La canción me gustaba y la escucho en estos momentos, no en mi mente, la puse en la computadora de mi oficina… So many tears I’ve cried, so much pain inside, but baby It ain’t over ‘til it’s over…(tantas lágrimas he llorado, y tanto dolor dentro de mi, pero nena, esto no se acaba hasta que se acaba)
Entonces… Mi mamá, que iba manejando, volteó y me dijo: te admiro por el estoicismo con el que lo tomaste, pues qué otra me queda, repliqué, pero sí me estaba llevando la súper chingada por dentro, pero soy tan tan bueno comiéndome el dolor…
Así que ésta fue la primera vez que la Señorita EM fue presentada oficialmente y con papeles en mi vida (segunda primera vez), llevamos ya casi 30 años enamorados, más ella de mí que yo de ella, pero bueno, aniversario de qué es a los 30 años?, bodas de Gadolinio? (la sustancia radioactiva que te inyectan en la resonancia magnética nuclear para hacer el contraste)
PS Acabo de recordar que… pero qué cieeegooooo he sido (como dice Burro cuando conoce a la dragoncita en Shrek), ¡es el básquet mi maldición! (mi kriptonita), hace 10 años, jugando básquet con mi archi enemigo matemático «El bolillo» a.k.a «El osito», me rompí el tendón de Aquiles (qué otra cosa se puede romper un súper héroe, encarnación de Hagen das Tragen y Aquiles) por lo que me quedé sin caminar bien 6 meses y sin correr 2 años, de hecho nunca volví a correr bien y ahora camino como borracho y si tengo suerte una muy hermosa princesita (que ya me dijo: sí te quiero pero como amigo, no eres tú, soy yo, mi amor es el Mar…) me da el brazo para ayudarme a caminar, pero está bien, bien bonita y sus ojos iluminan mi cielo, estoy como hace párrafos arriba y como décadas atrás, enamorado del amor en su encarnación de la tristeza… de una terrible y desoladora tristeza…
Y ahora una nueva princesita (en verdad es una brujita) me aplicó la misma: «de verdad quiera ser tu amiga sin tener que enamorarse o algo así…». Está bien, pero hoy puse mi lista de ultra tristeza y me puse a chillar como Magdalena, y no es que no quiera enamorarse o algo así, es que no lo quiera hacer de mí. Entonces pienso hasta del jorobado de Notre Dame se enamoró una nena fitness…
Y yo sin ser un segundo Brad Pitt, no estoy jorobado; soy medio listo medio, medio simpático, acabé la primaria… y no me encabrona que no me quieran, me encabrona que no me quieran querer.
Nadieeeeeeee, nadieeeeeeee, soy inquerible (que no puedo ser querido).
Lo cual reafirma mi declaración: soy un pobre perro feo mal atropellado, por favor, terminen con mi miseria.